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Fernando Galarza

30 años después de la Tragedia en Imola

El 1 de mayo conmemoramos 30 años de la partida de Ayrton Senna, un fin de semana que cambió la Fórmula 1 para siempre.

sehabladeportes.com - 17 de mayo

 

El cielo de Imola, el 1 de mayo de 1994, estaba teñido de gris, presagiando una tarde que cambiaría para siempre la historia de la Fórmula 1. La tragedia acechaba en el mítico circuito del Autodromo Enzo e Dino Ferrari, donde dos días antes, el viernes, ya se había mostrado su cara con un brutal accidente. Rubens Barrichello, el joven piloto brasileño, salió volando al golpear la defensa de la Variante Bassa a más de 220 km/h. Afortunadamente, solo sufrió lesiones menores, pero el susto se apoderó del paddock con un accidente tan fuerte que involucraba al joven brasileño.




El sábado, sin embargo, la desgracia no tuvo piedad y las crudas imágenes se vieron alrededor del mundo. Roland Ratzenberger, piloto austriaco del equipo Simtek, salió a la pista con determinación en la prueba de clasificación. Era su momento de hacer la vuelta rápida en su tercer Gran Premio como piloto de Fórmula 1, su monoplaza a más de 300 km/h, en la curva Villeneuve se salió de pista. El impacto contra el muro fue devastador para Ratzenberger, quedando inmóvil ante los espectadores falleciendo en el acto. La fractura en la base del cráneo había apagado su vida instantáneamente en una aventura que estaba comenzando para el joven austriaco.


La conmoción conmovió a todo el mundo del automovilismo. Ayrton Senna, el campeón brasileño, estaba visiblemente afectado después del accidente. El domingo, la carrera comenzó como estaba previsto, a pesar del dolor y la incertidumbre, la FIA dio el visto bueno y con investigaciones preliminares dieron la disposición de que se realizara la carrera el domingo, pero el destino tenía preparado otro golpe.



En la parrilla de salida, J.J. Lehto se quedó detenido con su Benetton, provocando un caos en los primeros metros. Pedro Lamy, con la visión obstaculizada, chocó contra él, esparciendo escombros sobre la pista y fuera de ella, lo que provocó lesiones a varios espectadores. El coche de seguridad salió a pista con la intención de continuar la carrera, que ya había tenido un fin de semana muy accidentado, pero nada pudo evitar la tragedia que seguiría después del coche de seguridad.


Ayrton Senna lideraba la carrera tras el relanzamiento siendo perseguido por Schumacher. Dos vueltas después, en la mítica curva Tamburello, su Williams FW16 se salió de la pista y el monoplaza impactó contra el muro de hormigón a más de 300 km/h. Las historias cuentan que cuando comisarios se acercaron encontraron una bandera de Austria en su coche, un tributo planeado para Ratzenberger que nunca pudo realizar. Enseguida salió la bandera roja deteniendo la carrera, el helicóptero trasladó a Senna al Hospital Maggiore en Bolonia. Pero no hubo milagro, fue declarado muerto a las 15:10, ya en el hospital, la leyenda de Senna en vida terminaba a sus 34 años.



El impacto de su fallecimiento resonó en todo el mundo del automovilismo, siendo anunciado incluso durante una carrera de NASCAR en Estados Unidos, y golpeó profundamente al pueblo brasileño. Un funeral de estado en São Paulo reunió a 500,000 personas para despedirlo. Alain Prost, su gran rival, caminó junto al féretro, mientras el presidente de la FIA, Max Mosley, asistió al funeral de Ratzenberger en Austria, destacando la importancia de ambos pilotos para la máxima categoría.


La tragedia de Imola desencadenó una revolución en la seguridad de la Fórmula 1. El circuito fue modificado, eliminando la peligrosa curva Tamburello. Las normas de diseño de los monoplazas se endurecieron, y se reconstituyó la Asociación de Pilotos de Grandes Premios. En 2001, el sistema HANS se hizo obligatorio, salvando innumerables vidas desde entonces.


Treinta años después, el legado de Ayrton Senna y Roland Ratzenberger sigue vivo. Su trágica partida nos recuerda la fragilidad de la vida y la importancia de la seguridad en este tipo de competencias en el que el riesgo siempre está presente. En cada curva, en cada vuelta, sus espíritus inspiran a pilotos y fanáticos, recordándonos que su sacrificio no fue en vano. Desde aquel oscuro fin de semana no tuvimos que vivir otra tragedia hasta el 2015 con el accidente del joven francés Jules Biacnchi en el Gran Premio de Japón.



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