El Xeneize está obligado a dar la cara en una competencia que no es la ideal.
sehabladeportes.com - 12 de agosto.
Boca Juniors atraviesa un año sumamente complicado. La no clasificación a la Copa Libertadores 2024, es un puñal doble, no solo por que significó una muy mala campaña en el torneo local de la mano de Jorge Almirón, sino que también tuvo que ver con la final perdida ante Fluminense en la última edición. Una derrota que se convierte en la tercera final perdida en los últimos 12 años, y que lleva al Xeneize a una sequía internacional de 16 años.
Su desempeño en la última temporada le valió para jugar la Copa Sudamericana que perdió valor luego de que se convirtió en la versión símil de la Europa League, y no es aquel torneo que el Xeneize ganó de manera consecutiva en 2004 y 2005. El equipo que ahora comanda Diego Martínez, se ve obligado a ganar esta edición del torneo casi como única posibilidad de salvar un año que viene siendo incluso más preocupante de lo que se esperaba en un principio.
Boca avanzó en su grupo en la segunda posición tras no poderle ganar ninguno de los dos partidos a su rival directo por el primer puesto que era Fortaleza. Esto obligo a los de Martínez a disputar el play-off ante un equipo que quedó tercero en su grupo de la Libertadores, y fue nada más ni nada menos que Independiente del Valle. Sin embargo, y a pesar de no poder contar con más de 20 futbolistas por distintas razones entre las que se incluye tal vez uno de los errores más amateurs de la directiva presidida por Juan Román Riquelme, el Xeneize ganó por la mínima en La Bombonera y se metió en octavos,
Ahora se enfrentará a Cruzeiro que fichó al mítico Cassio, que supo ser la bestia negra de Boca, y que además cuenta con futbolistas del calibre de Alvaro Barreal, Lautaro Díaz, Matheus Pereira, Kaio Jorge y Juan Dinneno. Los de Fernando Seabra marchan sextos en el Brasileirao, mucho mejor que los de Martínez en el torneo argentino donde parecen no encontrar regularidad. La segunda mitad del año parece haber arrancado peor, y la salida de Equi Fernández podría ser una perdida enorme para el Xeneize.
Con todo esto, Boca se enfrenta tal vez a su rival más duro hasta una hipotética final, en donde será favorito en cada cruce, y tendrá la obligación que le marca su historia y levantar el título. Los octavos de final parecen lejanos todavía a siquiera considerar a un equipo como candidato, pero los de Martínez cuentan con el peso de serlo desde antes de que haya empezado la Sudamericana. Todos los partidos son una final.
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